Estructura
La primera edición del libro, publicada en la Revista Hispánica Moderna, constaba de sólo once gacelas y nueve casidas; la «Gacela del mercado matutino» fue incorporada en ediciones posteriores del Diván al cierre de las gacelas, subsanando un supuesto error por omisión de RHM. Por ello, se encuentran ediciones del Diván del Tamarit que constan de doce gacelas y nueve casidas. La edición de Mario Hernández para Alianza Editorial
en 1981 la incorporaba en un apéndice, junto al poema «Dos normas» (dos
décimas «Dedicadas al gran poeta Jorge Guillén»), publicado entre las
«Poesías inéditas» que cerraban la primera edición de 1940.
Prólogo
El prólogo que escribió García Gómez para la fallida edición de la Universidad de Granada, «Nota al Diván del Tamarit»,
no se añadió a las primeras ediciones del libro, y el propio autor, no
pensando que nunca fuera a ocupar su sitio, lo acabó añadiendo a su
libro Silla del moro y nuevas escenas andaluzas en 1954. Sí se añadió a la edición en España de Mario Hernández en 1981.
En el prólogo, y tras recordar la lectura de 1934 en que Lorca anunció el proyecto del Diván, García Gómez proporciona, como buen arabista, una serie de definiciones básicas.
A continuación aclara que pese a que el uso que hace Lorca de esas
denominaciones es arbitrario, por cuanto no se ajusta a sus
definiciones, el Diván no se inserta en el orientalismo de
«máscaras literarias de un carnaval romántico» y sus poemas son
«auténticamente lorquianos», un homenaje de simpatía que se inserta en
el estudio de la herencia andalusí.
Gracelas y Casidas
A continuación aclara que pese a que el uso que hace Lorca de esas
denominaciones es arbitrario, por cuanto no se ajusta a sus
definiciones, el Diván no se inserta en el orientalismo de
«máscaras literarias de un carnaval romántico» y sus poemas son
«auténticamente lorquianos», un homenaje de simpatía que se inserta en
el estudio de la herencia andalusí.
Gracelas
- I. Gacela del amor imprevisto
- II. Gacela de la terrible presencia
- III. Gacela del amor desesperado
- IV. Gacela del amor que no se deja ver
- V. Gacela del niño muerto
- VI. Gacela de la raíz amarga
- VII. Gacela del recuerdo del amor
- VIII. Gacela de la muerte oscura
- IX. Gacela del amor maravilloso
- X. Gacela de la huida
- XI. Gacela del amor con cien años
- XII. Gacela del mercado matutino
- I. Casida del herido por el agua
- II. Casida del llanto
- III. Casida de los ramos
- IV. Casida de la mujer tendida
- V. Casida del sueño al aire libre
- VI. Casida de la mano imposible
- VII. Casida de la rosa
- VIII. Casida de la muchacha dorada
- IX. Casida de las palomas oscuras
La muerte
Jenaro Taléns habla de un recorrido en la poesía de Lorca, de lo elegíaco de una primera etapa (que abarca desde Libro de poemas al Romancero gitano) que «se elevaba sobre la expresión de sensaciones y la voluntad de transmitirlas», pasando por Poeta en Nueva York, punto de no retorno en su obra que lo hacía «sobre un deseo de conocimiento», hasta el Diván del Tamarit, que se apoya en la «asunción trágica de que ambos procedimientos conducen a un mismo lugar: la muerte».
García-Posada analiza la presencia de la muerte en los poemas del Diván.
En la «Gacela del amor con cien años» los «cuatro galanes» que inician
el poema se van diluyendo con el paso del tiempo en el olvido y la
muerte: «Por los arrayanes / se pasea nadie.» En la «Gacela de la
huida», el poeta siente en lo vivo el acoso de la muerte:
No hay noche que, al dar un beso,
no sienta la sonrisa de las gentes sin rostro,
ni hay nadie que, al tocar un recién nacido,
olvide las inmóviles calaveras de caballo.
La «Gacela de la muerte oscura» expresa el horror de Lorca al mundo
de la ultratumba, horror que se revela también en el sueño de la «Casida
del sueño al aire libre».
A la muerte conduce la mujer fecunda en la «Casida de la mujer tendida»: «bajo las rosas tibias de la cama / los muertos gimen esperando turno.» La «Casida de los ramos» surge de la omnipresencia de la muerte; García-Posada dice que una tormenta de septiembre convierte la Huerta del Tamarit en un jardín irreal, los ramajes rotos, «símbolos de la vida del autor», amenazados por unos perros que son «heraldos de la muerte»:
A la muerte conduce la mujer fecunda en la «Casida de la mujer tendida»: «bajo las rosas tibias de la cama / los muertos gimen esperando turno.» La «Casida de los ramos» surge de la omnipresencia de la muerte; García-Posada dice que una tormenta de septiembre convierte la Huerta del Tamarit en un jardín irreal, los ramajes rotos, «símbolos de la vida del autor», amenazados por unos perros que son «heraldos de la muerte»:
Por las arboledas del TamaritHay varias muertes en el agua en el Diván, tanto en la «Gacela del niño muerto» como en la «Casida de la muchacha dorada». Comienza las casidas con la «Casida del herido por el agua», poema que reproduce la situación de la «Niña ahogada en el pozo» (Poeta en Nueva York). El poema expresa, según García-Posada, una profunda solidaridad con los que sufren: «quiero llenar mi corazón de musgo / para ver al herido por el agua.», impulso solidario que se liga a la percepción de un desconsuelo universal, tema de la «Casida del llanto». Finalmente, analiza la «Casida de la mano imposible», en la que señala varias «metáforas del sufrimiento y la muerte moral conjuradas por la Sagrada Forma»; una aproximación cristiana a la muerte, en la que la mano imposible sería la mano de un Cristo en que el poeta expresa el deseo de creer.
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
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